¡Aprender es música para los oídos!
La música representa una fuente de gran interés y participación sensoriomotora para el niño. La producción sonoro-musical de los niños es una respuesta a los estímulos externos que primero son absorbidos, luego imitados y finalmente asimilados.
El grado de desarrollo de la aptitud musical, al igual que la verbal, es proporcional a la riqueza y variedad de asistencia que ofrece el entorno.
Por tanto, el docente propone escuchar música de calidad, clásica o jazz, y se comunica con el niño a través de canciones melódicas sin palabras, con un movimiento fluido y continuo, dejando plena libertad perceptiva y expresiva a las respuestas musicales y motoras del niño, en un ambiente de escucha mutua.