11 Jul
11Jul



En esta semana recibí una llamada, que me hizo interesarme en modo en particular en este tema, el cual me hizo ponerme en el lugar de ese niño de 3 años, para poder aconsejar a su abuela, que estaba muy preocupada por el comportamiento de su nieto, le hice algunas preguntas, para tener una idea de que cosa en particular estaba provocando ese tipo de comportamiento y una de las cosas más relevante y triste que me hizo pensar cómo me sentiría yo en su lugar, fue que su madre había muerto hacía poco tiempo.

 Hasta ahora nadie me había preguntado sobre ese tipo de situación, y no he cuidado a niño de su edad con ese tipo de experiencia, lo que me hizo pensar cuando murió mi padre siendo ya adulta y de cómo me sentí con todo lo sucedido, al no poder llegar antes de su sepelio, ya que me encontraba al otro lado del mundo en Cerdeña y su funeral en Santo Domingo. No pude dejar de pensar que un niño tan pequeño que no entiende qué está sucediendo y de repente tiene que mudarse y no ver más a su madre, debe ser terrible para él, no poder tener la manera de preguntar dónde está su madre   y no ver más a su ser amado.

¡Para mí en lo personal fue una tragedia no poder despedirme y no ver ni escuchar más a mi padre con el cual había hablado el día antes de su muerte, él era mi confidente y siempre que necesitaba un consejo sobre algo importante o trivial acudía a hacer esa llamada no importaba la hora, después de su muerte me quede con la sensación de que debía llamar a mi papá, porque a pesar de que sabía que ya estaba muerto y no podría hablar más con él, yo no lo había visto muerto, fue muy duro para mí llamar a casa y sin pensar me escuchaba decirle a mi madre de forma automática: mami ponme a papi, era terrible porque lloraba junto a mi madre y cada vez que tocaba llamar a casa debía decirme a mi misma, no pregunte por papi recuerda, porque hacía sufrir a mi mamá, fue terrible!

 Me imaginé en el lugar de ese niño pequeño, el cual no podía preguntar donde esta mami, que está sucediendo, como hago para que ella venga, eso me hizo investigar acerca de que ocurre según los expertos en el comportamiento de un niño cuando están pasando por el triste y terrible momento de la pérdida del padre o la madre, porque quiero estar preparada si nuevamente debo hablar con esa abuela no solo dar mi punto de vista, sino darle las herramientas y la explicación desde el punto de vista de los expertos en esta materia.

La pérdida del padre o la madre 

Ya sabemos que la pérdida de uno de los padres es una experiencia que afecta la estructura del mundo del niño o niña.

Los expertos han dividido este proceso en los niños en tres fases: 

  • 1. Protesta.  El niño añora amargamente al progenitor fallecido y llora suplicando que vuelva.
  • 2. Desesperanza. Comienza a perder la esperanza de que vuelva, llora intermitentemente y puede pasar por un período de apatía.
  • 3. Ruptura de vínculo. Empieza a renunciar aparte del vínculo emocional con el fallecido y mostrar interés por el mundo que le rodea.


La negación es parte del proceso y es un sentimiento frecuente, esto hace que sea mucho más difícil relajarse o concentrarse al momento de dormir, el niño se niega de aceptar que no volverá a ver a la madre, ya que es su mayor anhelo volver a ver a su madre.

El amor es muy positivo para superar el proceso de duelo. Un niño que se siente querido sabe que está seguro y que su mundo, a pesar de que esa persona amada ya no está, él sigue sintiendo seguridad.

Por tanto, no es bueno excluir al niño del proceso de duelo familiar, porque forma parte de la historia y pueden decidir de llevar o no llevar al niño al funeral, aquí lo que realmente importa es tener algo que recuerde al ser querido en la cual el niño pueda participar y llegar a normalizar de alguna manera la situación, las fotografías pueden ayudar. Y pueden verlas junto al niño. Recomiendan leer libros que traten el tema y puedan de esta manera tratar de explicar el proceso de muerte para acabar superando el proceso de duelo.

Ejemplos de libros. Así era mi abuelito, escrito por Joan de Deu Prats, y recomendado para niños de 0 a 4 años de edad, al igual que el libro escrito por Nahir Gutiérrez, que se titula Donde está guelita Quetạ que es una historia que trata las preguntas habituales de los niños ante la muerte. De igual manera, otro libro es Gracias, Vida (Babidibu) de Rosa Rodríguez, que explica el cáncer de una madre a su hija de 7 años y el proceso de la muerte para acabar superando el dolor.

Igual están los dibujos animados como El rey león, que ofrece reflexiones sobre la muerte, y Heidi, que muestra el poder de la despedida.


En realidad, antes de los cinco años no se llega a entender los tres componentes básicos de la muerte, 

  • 1. Es irreversible, definitiva y permanente,
  • 2. Consiste en la ausencia total de las funciones vitales y 
  • 3. Es universal, es decir, que nadie escapa de morir. También antes de esa edad es muy escasa la tendencia a llorar por un duelo. Lo que suele haber, sobre todo, es perplejidad y confusión, por eso preguntan tanto por el fallecido, donde está y cuando regresara.



Hay una ignorancia relativa del significado de la muerte a los 3 o 4 años y no se considera la muerte como algo definitivo, porque lo confunden con el dormir igualmente de 4 y 7 años, la muerte sigue siendo temporal y reversible, por eso preguntan si el muerto come o va al baño y es en esa edad pueden pensar que un mal pensamiento de ellos causó la muerte y que esto de la muerte puede ser irreversible.

Los temores que puede haber en un duelo infantil

  1. Cause yo la muerte
  2. Me pasará esto a mi
  3. Quien me va a cuidar


Igual que ocurre en los adultos, la manifestación del duelo infantil que consideran normales son

  • Conmoción y confusión al haber perdido a una persona amada
  • Ira por haber sido abandonados y que pueden ponerse de manifiesto en juegos violentos, pesadillas y enfado hacia otros miembros de la familia (por ejemplo, dar patada, romper cosas.)
  • Miedo a perder al progenitor que sigue viviendo o ser abandonado por este.
  • Vuelta a etapas anteriores del desarrollo emocional con conductas más infantiles (exigiendo, por ejemplo, más atención, hablando como un bebé o miedo a la oscuridad.)
  • Culpabilidad derivada de la dificultad de relación con el fallecido o de la creencia de haber causado su muerte por el mero hecho de haber deseado en algún momento que ya no estuviera o que desapareciera…
  • Tristeza por la pérdida, que se puede manifestar con insomnio, anorexia, miedo a estar solo, falta de interés por las cosas que antes les motivaban y disminución acentuada del rendimiento escolar.


En los niños no es demasiado frecuente la tristeza o el abatimiento como en los adultos, en ellos predomina las manifestaciones de tipo fisiológico al ser mayor la dificultad para expresar las emociones y los sentimientos, las manifestaciones del duelo suelen ser más bien cambios de conducta o de humor, alteraciones en la alimentación y en el sueño, y disminución del rendimiento escolar.


Los trastornos psicológicos son semejantes a los que ocurren en los adultos cuando enfrentan el duelo, esto puede ser quizás con mayor ansiedad en los niños y mayores cambios en sus circunstancias vitales (cambios de domicilio, de daycare, o escuela) las tres diferencias entre el duelo de los niños y los adultos podrían ser

  1.  Los niños utilizan más la negación 
  2. Mantienen con mayor facilidad la capacidad de disfrutar con situaciones agradables 
  3. No pierden la autoestima

Mientras menor es el niño, menos posibilidades hay de que el duelo se parezca al de un adulto


Las respuestas más frecuentes en los niños de 2 a 5 años ante el duelo son:

  1. Perplejidad y confusión. Buscan a la persona fallecida
  2. Regresión. No se apartan del progenitor superviviente, se quejan, se orinan, se chupan el dedo
  3. Ambivalencia. Se alternan fases de preguntas y expresión emocional con fase de indiferencia y silencio.
  4. Irritabilidad y rabia por haber sido abandonados
  5. Miedo a que también les abandone el otro progenitor (Quien me va a cuidar)
  6. Vínculos afectivos con alguien que se parezca al fallecido





Las respuestas más frecuentes en los niños de 6 a 9  años ante el duelo son:

  1. Negación de lo ocurrido. Pueden aparentar indiferencia como un mecanismo de defensa.
  2. Idealización de la persona fallecida, lo que permite una relación imaginaria
  3. Culpabilidad, sobre todo, si no pueden expresar la tristeza que sienten.
  4. Miedo y vulnerabilidad, que pueden llevar a una cierta agresividad con las personas del entorno
  5. Asunción del papel del fallecido, como el cuidado de los hermanos pequeños.


La duración de un duelo normal en los niños puede ser muy variable, de pocos meses a más de un año. Y pueden la mayoría de los niños que sufren la muerte de un progenitor superar el duelo sin complicaciones, elaborando la pérdida de manera adecuada.

En la edad infantil también inciden los factores de riesgo de duelo complicado como los siguientes

  •  Ambiente inestable con alternancia en la figura responsable de los cuidados
  • Forma inadecuada de reaccionar del progenitor superviviente, ya que sirve de modelo
  • Existencia de segundas nupcias y relación negativa con la nueva figura
  • Pérdida de la madre para las niñas menores de 10 años y pérdida del padre para varones adolescentes
  • Falta de consistencia en la disciplina impuesta al niño o adolescente
  • Suicidio u homicidio del progenitor fallecido


Estos predictores de riesgo permitirán identificar a aquellos niños que necesitan apoyo y ofrecer alternativas de prevención e intervención.


Marialys.